viernes, 4 de septiembre de 2009

LA LEYENDA DEL GRAN HERMESIO

Érase una vez en la antigua Roma, una pobre familia de campesinos que habitaban en unas lejanas tierras. Un día el rey decidió tomar las tierras de estos campesinos, ya que el rey necesitaba más recursos para sus numerosas tropas, pero los campesinos no se la dejaron fácil, ellos defendieron su territorio hasta agotar todas sus energías. Al cabo de unas horas el ejército romano ya había destruido todo, incluso habían matado a todos los habitantes, con excepción de un pequeño niño que fue salvado gracias a la ayuda de su madre que lo escondió entre unos arbustos, no muy lejos del lugar.

Unos días después, el rey mando a algunos soldados a inspeccionar el lugar y se dieron con la sorpresa de haber encontrado a un bebe entre los arbustos. Ellos tomaron al bebe y lo llevaron con el rey. El rey lo vio y lo entregó a una familia para que lo criara. La nueva familia llamó al bebé Hermesio.

Hermesio fue creciendo con el pasar de los años. La mayor parte de su adolescencia se la pasó entrenando el arte de la lucha y de las guerras, ya que él quería ser un soldado fuerte y respetado, quería inspirar miedo en sus rivales. Siendo adulto el rey lo nombró capitán de todo el ejército romano, debido a su habilidad para las estrategias de guerra y por su experiencia en luchas y batallas, sin mencionar su capacidad de usar la espada y el escudo. Con la ayuda de Hermesio el ejército estaba a la cabeza de toda Europa.

Una tarde el rey anunció a toda roma que pronto iban a llagar los bárbaro (una tribu nórtica) muy agresiva y salvaje. Los soldados comandados por Hermesio y su fiel amigo Tulio Hostilio se armaron y se prepararon para la batalla. Los romanos esperaban en la puerta de su ciudad la llegada de los bárbaros.

Minutos después llegaron corriendo dispuestos a destruir todo a su paso, los ejércitos se impactaron y comenzó la ducha roja. Hermesio mando a los arqueros, que se encontraban atrás del ejército romano, a que abrieran fuego contra los enemigos. Los barbaros comenzaron a caer uno por uno debido a las numerosas flechas que entumecían el cielo. Al ver que los romanos estaban acabando con los barbaros, decidieron mandar a los refuerzos. Debido a la fuerza y brutalidad que los enemigos tenían, lograron ir penetrando y destruyendo todo. En el momento en que Hermesio se percato de tremenda masacre, se convenció de ir a defender su ciudad acompañado de Tulio Hostilio. Los dos amigos luchaban y luchaban defendiéndose el uno con el otro, cuando derrepente Hermesio encuentra a su amigo muerto en el suelo, con todo su cuerpo lleno de sangre.

Los latidos de Hermesio aumentaron, su cuerpo se tensó y la ira que sentía era extremadamente inmensa, él quería que la batalla terminara, de tal forma que no pudo contener su ira y se desquito con los barbaros. Se había convertido en un “monstro”, mataba a sus enemigos de una manera sanguinaria y sin piedad. Después de un tiempo comenzó a agotarse, de tal modo que un nórtico lo empuja y lo amenaza a muerte con la espada.

Entonces Hermesio muy furioso grita de una manera ensordecerte: “¡Júpiter!, destruye a mis enemigos y mi alma es tuya “Al finalizar la frase las nubes se abrieron y el cielo comenzó a relampaguear, En eso desciende el gran Júpiter, voltea a ver a Hermesio y a su amigo caído, y al instante las almas de los barbaros salían de cada cuerpo y al cabo de unos segundos se desplomaban uno por uno. Al observar que ya no quedaba ni un solo bárbaro vivo, Júpiter se retiro.

Todos los soldados romanos quedaron sorprendidos al ver lo sucedido sin embargo nuestro héroe se estaba sintiendo algo extraño debido que Júpiter le había brindado una habilidad especial. Hermesio se dio cuenta cuando estaba entrenando con unos amigos.

Esto se trataba de que el capitán romano podía recuperar toda su energía por muy cansado que este, ya que se apropiaba de la energía de sus enemigos. Desde entonces, Hermesio era casi invencible, ni los más grandes guerreros de toda Europa podían vencerlo.

Alejandro Ponce Prialé.

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